(ZENIT – 26 oct. 2018).- “En Europa están muy preocupados por los inmigrantes que hay en Europa, eso es lo que está en la prensa. Pero por desgracia, no se habla de los problemas que tenemos en África”, comenta Mons. Anthony Muheria. “Esperemos que esto sea una oportunidad también para los padres sinodales de escuchar de nuestra boca lo que está pasando en África, así se puede al menos difundir”.

Y es que el problema de la migración en África lo tienen desde hace más de 10 años, aclara Mons. Muheria: En países como Uganda, Kenia y Etiopía cuentan con campos de inmigrantes 900.000, 800.000 y 1 millón de personas, respectivamente. “Hay algunos que han estado en esos campos más de 10 años, no conocen la vida normal”, indica el obispo.

El Sínodo es una buena ocasión para “escuchar” comenta el prelado africano. “La realidad de la Iglesia es un mosaico, y los problemas de Europa son muy diferentes de los problemas de África”.

Jóvenes africanos

Los principales problemas que preocupan a los jóvenes de África son la formación para las vocaciones, el empleo y la educación, describe Mons. Muheria. Sin embargo, el Arzobispo de Kenia asegura: “En África tenemos muchos jóvenes que están en la Iglesia, están cerca, están muy contentos, la alegría de África”.

Para el Arzobispo de Nyeri, de la Prelatura del Opus Dei, esta es la tercera vez que participo en el Sínodo de los Obispos. La primera vez fue en el Sínodo de la Eucaristía y la segunda, en el Sínodo de la Palabra.

Sigue la entrevista concedida por Monseñor Anthony Muheria en exclusiva a Zenit:

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ZENIT: ¿Qué novedad presenta este Sínodo?

Mons. Anthony Muheria: Va mejorando la organización, me imagino que con la experiencia, se van incorporando nuevas cosas. También diría que con la iniciativa del Papa Francisco, que ha añadido una cosa muy buena, que es después de algunas intervenciones, hay 3 minutos de pausa, de reflexión, y eso es bueno, para que calen las cosas que estamos escuchando, para reflexionar, para tener las ideas más claras. Y también para hacer un poco de meditación, porque no solamente son cosas prácticas, son también cosas espirituales para discernir de este modo lo que el Espíritu Santo puede sugerir en nuestros corazones.

ZENIT: ¿Cómo es la realidad de su diócesis y de su país?

Mons. Anthony Muheria: Primero, cuando venimos al Sínodo, venimos para escuchar. La realidad de la Iglesia es un mosaico, y los problemas de Europa son muy diferentes de los problemas de África. Pero no nos podemos quedar ajenos a esto, hay que escuchar porque ahora el mundo global está interconectado. Y también aportar experiencias buenas que hemos tenido en África. Hay muchas cosas que se pueden decir.

Yo lo que había preparado, cada padre sinodal prepara un tema para tratar, no quiere decir que ese tema es tu especialidad, es lo que el Espíritu Santo te ha tocado, para compartir con los demás. Yo he hablado de la cercanía que los obispos, como pastores, deben tener con los jóvenes, una cercanía y disponibilidad que complican nuestra vida, desde luego, pero no es solamente una cosa burocrática de mandar a nuestros delegados para cuidar a los jóvenes. Es que los jóvenes necesitan un contacto con nosotros, como padres, como modelos. Esto, que es una gracia que hemos recibido, de compartir, de dar, y así, los jóvenes tienen este derecho (por decirlo de algún modo), hay que hacer el esfuerzo de acercarse mucho a los jóvenes, estar en sus cosas, caminar con ellos. He tenido experiencia en esto, estando con los jóvenes, en sus fiestas, caminando juntos, yendo de excursión, cansándome con ellos para que vean nuestra vulnerabilidad. Y que nos animen a nosotros que estamos un poco viejitos y así nos abramos al corazón de los jóvenes. Estando cerca comparten cosas que quizás no harían de otra forma.

Y luego, que en África tenemos muchos jóvenes que están en la Iglesia, están cerca, están muy contentos, la alegría de África. Los años de juventud deben ser años de alegría. Hay que quitar todo este pesimismo y negatividad, y dar optimismo, esperanza, alegría para que disfruten de su juventud, con sus problemas, pero estar encima de ellos diciéndoles “no estás haciendo esto”, es acercamiento. El Papa Francisco está hablando de acompañamiento.

Por otro lado, los jóvenes tienen ideales. Los ideales son muy altos. No podemos darles unos ideales o una fe a medio cocinar. Los jóvenes exigen la justicia máxima, no puedes decirles “es medio justo”. No, “queremos la justicia máxima”. También tenemos la Verdad máxima, y no podemos diluirlo para ellos, y lo mismo con la fe. Entonces hay que pensar como se “empaqueta”, como se “envuelve” mejor para ellos. Hay que venderlo bien, pero al mismo tiempo, que ellos lo vean “puro” con sus propios ojos. Y eso es difícil.

Es lo que estamos pidiendo al Espíritu Santo, que nos ilumine para saber qué hacer en la Iglesia un poco diferente, quizá muy diferente, no sé, para que lleguemos más al corazón del joven, a la cabeza del joven y para darle este reto, de que este ideal de santidad es posible y debe ser nuestro reto.

ZENIT: ¿En qué se distinguen los problemas de los jóvenes africanos con los problemas de los jóvenes europeos? 

Mons. Anthony Muheria: Sí, cosas concretas. Primero: En África tenemos muchos jóvenes en la Iglesia, que están contentos en la Iglesia, tenemos vocaciones. El problema es formar para esas vocaciones, darles esperanza cuando hay hambre, cuando hay pobreza.

Segundo: Empleo. Es un problema muy grande en África. Los jóvenes no tienen empleo, entonces no tienen esperanza. Los jóvenes de África también tienen el problema del odio étnico, que es muy fuerte. Hay que hablarles de eso, de vivir la caridad, de aceptar aunque sean diferentes, de otras etnias.

Tercero: La educación. Muchos de ellos no han llegado a un nivel de educación adecuado. No han superado más que la primaria y secundaria. Más del 80% de los jóvenes no tienen carrera. Eso es un problema grande para sus ideales y sus sueños. Hay cosas muy concretas. En África también hay problemas de corrupción. Se han visto, están introduciéndoles a la corrupción, en una estructura de corrupción, en un gobierno de corrupción… lo ven como normal, esto es otro problema.

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