Una de las novedades más importantes de la encíclica «Fratelli Tutti» es el vínculo que postula entre la fraternidad y el bien común político. Recogemos algunos extractos del estudio realizado por Maria Aparecida Ferrari, publicado en el boletín Romana.

Recogemos algunos extractos del estudio realizado por Maria Aparecida Ferrari, publicado el volumen 73 del boletín Romana.


  • No es habitual presentar la fraternidad como uno de los principios estructurantes de la convivencia política. De hecho, una de las novedades de enfoque más importantes de la encíclica Fratelli Tutti es el vínculo que postula entre la fraternidad y el bien común político.
  • El concepto “relacional” aplicado al bien común político pone de relieve algo nuevo con respecto a los supuestos más extendidos en la filosofía y las ciencias sociales. Mientras que en estas el bien común suele concebirse en términos de “propiedad” de los ciudadanos o del Estado, la comprensión relacional lo identifica esencialmente como aquella forma de convivencia que permite a los sujetos sociales procurarse sus propios fines con autonomía y responsabilidad.
  • (…) el fin común, la vida buena en la convivencia política, se compone primordialmente de relaciones humanas de calidad, de tal modo que realizar el bien común es generar, preservar y fortalecer las relaciones que permiten a los individuos y a los grupos caminar libremente hacia ese bien de todos que también enriquece el propio bien particular.
  • Si el bien común es ante todo el vínculo social del que dependen tanto los fines materiales como los racionales o espirituales, habrá que concluir que el ciudadano no encuentra su realización en sí mismo, sino en la interacción “con” los demás y “para” los demás.
  • La concepción cristiana del bien común sostiene, en efecto, que las personas, individualmente y en asociación, así como la propia sociedad política, están llamadas a poner en práctica esa «fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite» (FT 1).
  • No es de las fábricas, ni tampoco de la imposición de leyes, de donde provienen ciertos bienes esenciales de la convivencia como la paz, la justicia, el amor al prójimo, la gratuidad, el perdón, la protección del medio ambiente, el amor al bien ajeno, el ejercicio de la libertad orientado al bien colectivo, la gratitud, la laboriosidad, etc. Estos son bienes comunes y eminentemente políticos, ya que son personales y relacionales.

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