La vestimenta del presbítero en su día a día es un signo de su labor e identidad. Del mismo modo, cada parte de su atuendo en las celebraciones litúrgicas tiene un profundo significado que indica el carácter sagrado de su ministerio.

Los obispos –incluido el Santo Padre– propiamente también son sacerdotes, pero estos tienen su singularidad en cuanto a la vestimenta y, en general, los ornamentos que usan para la liturgia y el culto divino.

¿Qué visten los presbíteros en su día a día? ¿Por qué visten como visten?

El artículo 284 del Código de Derecho Canónico establece que “Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar”. Esa norma se refiere a los clérigos, que engloban a los presbíteros.

Conviene que el presbítero sea reconocible sobre todo por su comportamiento, pero también por su modo de vestir o presentarse. Debe poner de manifiesto para todos de modo inmediato su identidad y “ser de Dios” –como fiel consagrado a la dispensación de sus misterios salvíficos– y de la Iglesia Católica. Su pertenencia a Dios –a lo sagrado, como persona consagrada– debe ser constantemente comunicada. Es un derecho de todos –particularmente de los fieles católicos– poder reconocer por su aspecto externo a quienes puedan dispensar su auxilio espiritual.

La vestimenta del presbítero debe ser signo inequívoco de su dedicación y de la identidad de quien desempeña un ministerio público. Lo contrario sería impedir que aquellos a quienes se propone servir puedan dirigírsele en cualquier momento y para cualquier necesidad.

Podría decirse que la vestimenta propia del presbítero es el signo exterior de una realidad interior. Cosa que, por cierto, sucede con tantos otros oficios que cuentan con uniforme propio.

La vestimenta ha ido variando a lo largo de los siglos. Seguidamente nos referiremos a la que el presbítero usa a fecha de hoy, lo cual viene señalado por la autoridad eclesiástica. Cabe destacar que otras profesiones religiosas usan la misma –o muy parecida– indumentaria que la católica, en concreto el protestantismo.

Clériman y sotana

Un sacerdote con clériman ©OSV News photo, courtesy Ascension

De un lado debemos referirnos al clériman –o clergyman– prenda referida a la camisa –normalmente negra, gris o blanca– donde se coloca el alzacuello, que suele ser blanco. El alzacuello puede sustituirse por una tira que se introduce en dos aperturas del cuello de la camisa, dejando un cuadrado blanco debajo de la garganta. Además, cabe contar con pantalón conjuntado con la camisa, e incluso chaqueta. Hay quien califica el clériman como una alternativa práctica a la sotana, de la que pasamos a hablar.

La sotana o traje talar –se le llama así porque llega hasta los talones– es como un vestido largo o túnica con cierre delantero. Normalmente es de color negro, para recordar que quien lo lleva ha muerto al mundo y se ha consagrado a lo divino o celestial. Aunque en países tropicales o con clima caluroso se usa también de color blanco.

¿Y qué visten los presbíteros en la Misa y resto de celebraciones litúrgicas?

Para dignificar el carácter sagrado de su ministerio, los presbíteros visten una serie de ornamentos sagrados –que pueden ser bendecidos– durante las celebraciones litúrgicas.

En particular nos referiremos a los de la Eucaristía o santa Misa.

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