Eric de Biolley (Bélgica) se dedica a buscar becas para aspirantes al sacerdocio que no tienen recursos para pagar sus estudios. En los años que lleva trabajando en este proyecto, ha visto a mucha gente dispuesta a sacrificar su comodidad para ayudar a que la Iglesia cuente con buenos sacerdotes.
La ayuda que Eric presta a la Iglesia actualmente empezó de un modo más o menos casual. “Hace 10 años, no sabía yo gran cosa acerca de la Universidad de la Santa Cruz de Roma. Un día, me encontré por casualidad con el profesor Jean-Pierre Schouppe, un sacerdote belga que enseña Derecho Canónico allí. Lo que me contó entonces dejó en mí una honda impresión. Describía con orgullo su universidad, con estudiantes –y también profesores– venidos de muy variados países; me hablaba de las distintas facultades, de la suerte de estar allí cerca del Papa… Entre los alumnos que desean matricularse hay un buen grupo de seminaristas. Mi interlocutor me contó con pena que, cada año, por razones financieras, la Universidad no puede recibir a muchos candidatos al sacerdocio que estarían dispuestos a estudiar en Roma”.
Eric entendió enseguida que jóvenes que han sido llamados por Dios y están dispuestos a responder a esa llamada no pueden ver frustrada su formación por falta de ayuda. “Esos chicos tienen buenas capacidades intelectuales, así como un intenso deseo de responder a la imperiosa llamada de Dios, pero sólo les falta una cosa: recursos económicos. En francés –y quizás en otros idiomas también–, se dice que 'el dinero es el nervio de la guerra'. Estos chicos vienen de países pobres, y ni sus familias ni sus obispos pueden costear sus estudios. En efecto, la matrícula, el alojamiento, la comida, los desplazamientos, los seguros y demás, superan con creces sus posibilidades económicas”.
Consciente de esta situación, la Universidad ha creado un fondo que proporciona becas a los seminaristas que las necesitan. A ese fondo contribuyen asociaciones de varios países que consiguen reunir dinero y libros para esos estudiantes. Pero no dan abasto. Cada año, dejan de atenderse por falta de dinero unas 45 solicitudes de becas.
Ante esta situación, Eric decidió actuar. “Apenado por esta situación, le pregunté al profesor Schouppe: '¿Qué hace Bélgica?'. La conversación se volvió más concreta. Me habló de un funcionario de origen italiano que trabaja en la Comisión Europea y que se esfuerza por conseguir fondos, aunque le falta tiempo para llevar a buen puerto esas gestiones. Contando con mi experiencia comercial y con mis conocimientos de cómo funciona el mercado, fui a ver a este funcionario europeo para proponerle la organización de campañas de mailing, eventos, una comunicación más profesional y atractiva, etc. Al final de la conversación, me miró fijamente y me preguntó a bocajarro: `¿Por qué no te encargas tú mismo de todo eso? Cuentas con la experiencia y los conocimientos necesarios´. Sorprendido, y un poco pillado en mi propia trampa, no me quedaba otra salida que darle una respuesta positiva”.
Y así fue cómo Eric pasó a una posición más activa. “La pregunta resultó oportuna: estoy jubilado y dispongo de un poco de tiempo… al menos teóricamente. Tras sensibilizar a varios amigos acerca del problema de las solicitudes de becas rechazadas, nos pusimos manos a la obra y montamos una asociación dedicada a recolectar fondos. Nuestros vecinos franceses ya habían lanzado una iniciativa similar ocho años antes, así que me puse en contacto con ellos para aprender de su experiencia. ¿Para qué reinventar la rueda si ya funciona bien en otro sitio? Los franceses conseguían importantes sumas de dinero, tenían un logotipo muy profesional, editaban una hoja informativa, contaban con una página Web, enviaban vídeos, etc.”.
Desde que se puso en marcha, son muchas las cosas que ha ido sacando Eric con la colaboración de otros. “Nuestra primera hoja informativa salió en septiembre de 2010. Las reacciones del público fueron inmediatamente positivas: comenzamos a recibir pequeños donativos, que ahora nos llegan todos los días. Ante nuestro asombro, varias personas enviaron donativos por valor de una beca completa, y lo siguen haciendo en la actualidad. Parece que vamos por buen camino”.
“Me viene a la memoria algo ocurrido en la periferia de Lieja. Una señora encontró en una iglesia una hoja informativa de nuestra asociación Des Prêtres pour toutes les Nations – Belgium. La leyó atentamente. Le gustó. Buscó nuestra página web y encontró allí más información. Contactó con el párroco y este le dio las garantías oportunas. Muy motivada, me llamó por teléfono:
–Me gustaría encargarme de una beca de un año para un seminarista que estudia en la Universidad de la Santa Cruz.
Le di la información. Pocos días después, el banco informaba del ingreso de una importante suma de dinero. Y no se conformó con hacerlo una sola vez: hizo lo mismo varios años seguidos”.
Eric ha comprobado cómo muchas personas acogen con ilusión el proyecto. “Con frecuencia, la gente nos agradece nuestro compromiso al servicio de los seminaristas; eso nos empuja a desarrollar nuevos instrumentos de marketing, como el envío de felicitaciones navideñas con representaciones artísticas del Nacimiento de Cristo, en vez de las clásicas fotos de un matrimonio con sus hijos. Las actuales tecnologías nos permiten sensibilizar a los jóvenes enviando vídeos durante el Adviento y la Cuaresma, o a través de la página Web, que cuenta con múltiples contenidos y links”.
Queridos amigos de la asociación DPTN,
Somos padres de tres niños de corta edad. Quisiéramos dejarles en herencia un mundo donde el Amor de Cristo es anunciado y vivido. Nos gustaría que, en el camino de su vida, encuentren a sacerdotes santos que les abran las puertas del Corazón de Jesús. Y ¿por qué no? Que sigan sus pasos…
No les escribimos para anunciarles una transferencia bancaria (sostenemos ya a una familia de emigrados rumanos y otras asociaciones). Pero queríamos darles ánimos, agradecer su noble empeño. Estén seguros de contar con nuestra oración por todo lo que hacen.
Otro medio de interactuar con nuestros simpatizantes consiste en organizar Misas de acción de gracias, seguidas de un pequeño refrigerio. Lo hacemos ya en tres ciudades: Bruselas, Amberes, Lieja... Eso nos brinda la ocasión de conocerlos más de cerca y de hablarles de nuestros proyectos. Todos los que trabajan para DPTN Belgium lo hacen como voluntarios. Nuestra recompensa la encontramos en los ojos y en las caras radiantes de los seminaristas, con los que hablamos durante las visitas que hacemos de vez en cuando a Roma”.