El décimo aniversario de la elección del Papa Francisco y la cercanía del 19 de marzo, solemnidad de san José y día en que se reza especialmente por las vocaciones al sacerdocio, constituyen el marco para recordar las claves en las que el Papa Francisco sitúa el ministerio sacerdotal en la actualidad.
El sacerdote es aquel que ha decidido seguir e imitar a Cristo, viviendo plenamente su propio ministerio-vocación, en una dinámica misionera en la que cuida de los fieles que le han sido confiados, pero sin cansarse de salir a buscar a aquellos que por tantas razones se han alejado “de casa”, o del redil para referirnos a una imagen evangélica.
Esta es, en pocas palabras, la síntesis del pensamiento y la enseñanza sobre el ministerio sacerdotal que el Papa Francisco ha “dispensado” a lo largo de los diez años de su pontificado, que se cumplen este mes de marzo de 2023.
Una “fotografía” que se deduce también del ejemplo personal del Pontífice de cómo ha “encarnado” ese ser pastor según el corazón de Cristo, en medio de una sociedad llena de exigencias y necesidades.
Para mostrar algunos rasgos sobresalientes hemos elegido diez intervenciones públicas del Santo Padre -discursos, homilías, cartas-, cada una de ellas correspondiente a cada año de su ministerio como pastor de la Iglesia universal, y otra del año recién comenzado.
—2013. Salida hacia las periferias
Uno de sus primeros discursos no podía ser otro que la homilía de su primera Misa Crismal como Obispo de Roma, ante los sacerdotes de su diócesis recordando el día de su ordenación, el 28 de marzo de 2013. Aquí el Papa, refiriéndose a las lecturas propias de esa celebración, explica que el sacerdote es quien lleva “sobre sus hombros al pueblo que le ha sido confiado” y lleva los nombres de este pueblo –“nuestro pueblo fiel”– “grabados en su corazón”. Luego está el aceite de la unción, que es “para los pobres, para los presos, para los enfermos y para los que están tristes y solos”.
Una clara referencia primordial a la “Iglesia en salida” que cuida de los últimos y de los olvidados, y una referencia explícita a las “periferias”, donde se encuentran las penas y las alegrías, las angustias y las esperanzas, y donde el sacerdote debe llevar la fuerza y la eficacia redentora de esta “unción”.
—2014. El tiempo de la misericordia
Un corazón sacerdotal misericordioso es lo que el Papa Francisco presenta el año siguiente a los sacerdotes de su diócesis, al inicio de la Cuaresma, en un encuentro en el Aula Pablo VI el 6 de marzo de 2014.
Aquí recuerda, refiriéndose a un pasaje del Evangelio de Mateo, que el lugar donde más a menudo se encontraba Jesús eran “los caminos” y esto permite captar la profundidad de su corazón, animado por la compasión hacia las numerosas “multitudes” cansadas y agotadas. A continuación, el Pontífice explica cómo la Iglesia se encuentra en el “tiempo de la misericordia”, una gran intuición que ya había transmitido al Pueblo de Dios su predecesor Juan Pablo II.
Para los sacerdotes, esto se traduce en “cercanía” y proximidad a quien está herido en su propia vida, demostrando “entrañas de misericordia”, por ejemplo, en la administración del sacramento de la Reconciliación, pero también en la actitud de acoger, escuchar, aconsejar, absolver… Por tanto, hay que “tener el corazón conmovido” y esto sólo puede suceder si se vive en primera persona la misericordia de Dios.
—2015. “No te canses de perdonar”
“No te canses de perdonar. Sean perdonadores”, como lo hizo Jesús. Así lo pidió el Papa Francisco a los sacerdotes durante el viaje a Cuba de septiembre de 2015, en su homilía durante el rezo de las Vísperas con los consagrados en la catedral de La Habana.
Entonces recordó que sigue siendo fundamental para un pastor ir en busca de los más pequeños: los hambrientos, los encarcelados, los enfermos según el “protocolo de Mateo 25”.
Y el lugar privilegiado para acoger a estos hermanos y hermanas es el confesionario, sin ser neurótico ni mal dispuesto sino dejando fluir el abrazo del perdón.
—2016. Apuntar al centro de la persona
Siguiendo con el tema de la Misericordia, en 2016 el Papa proclamó un Jubileo especial, y en el día dedicado a los sacerdotes, en la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús, el 3 de junio, comenzó hablando de la necesidad de “apuntar el corazón” de los pastores “al centro de la persona”, a las raíces más fuertes de la vida y al núcleo de los afectos, imitando al Buen Pastor, que “es la misericordia misma”.
Para formar este corazón que imita a Cristo, el Santo Padre sugiere a los sacerdotes tres acciones: salir de sí mismos para buscar a quienes ya no quieren formar parte del rebaño; ser capaces de escuchar y acompañar los pasos de las personas con compasión generosa y espíritu de inclusión; alegrarse de percibirse como ese canal de misericordia que precisamente acerca a las personas a Dios.
—2017. Expertos en el arte del discernimiento
Evidentemente, antes de llegar a ser sacerdote, se pasa por un intenso camino de formación, y uno de los aspectos que el Papa Francisco tiene mucho interés en subrayar, apoyándose también en su familiaridad con la tradición ignaciana y jesuita, es el del discernimiento.
Un arte que se aprende ante todo familiarizándose con la escucha de la Palabra de Dios, con un conocimiento creciente del propio mundo interior, de los afectos y de los miedos.
Así lo explicó a los seminaristas del seminario de Campania de Posillipo, reunidos en el Vaticano el 6 de mayo de 2017, reiterando la urgencia de “huir de la tentación de refugiarse detrás de una norma rígida o detrás de la imagen de una libertad idealizada”.
—2018. Oración, obediencia y libertad
En septiembre de 2018, el Papa Francisco se dirigió a los sacerdotes de la archidiócesis de Valencia, acompañado de su arzobispo Antonio Cañizares Llovera.
Aprovechando el Jubileo de San Vicente Ferrer celebrado ese año, el Pontífice propuso tres medios fundamentales para que un sacerdote conserve la amistad y la unión con Jesucristo.
En primer lugar, la oración, porque un sacerdote que se priva de ella “no llega muy lejos”, y la gente se da cuenta de ello; después, la obediencia para predicar el Evangelio a toda criatura, es decir, el anuncio de la Palabra, que debe hacerse con alegría sin sentirse su dueño o incluso “empresario”.
Por último, la libertad para saber “salir” al encuentro del hermano, pero también para saber distanciarse de la mundanidad.
—2019. Dos vínculos: Jesús y el Pueblo
Con motivo del 160 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars (Juan María Vianney), propuesto por Pío XI en 1929 como patrón de todos los párrocos, el 4 de agosto de 2019 el Papa Francisco escribió una carta paternal a todos los sacerdotes del mundo, hermanos que silenciosamente “lo dejan todo” para dedicarse a la vida de sus comunidades. Hermanos que trabajan “en las trincheras” y que “ponen la cara” para cuidar y acompañar a su pueblo.
La finalidad de la carta la explica el Papa en la introducción: ser cercana, dar gracias y aliento. No hay que olvidar que surge en un periodo de fuertes críticas a los sacerdotes, tras los tristes sucesos de abusos sexuales
Tras el agradecimiento por la “perseverancia”, la resistencia, la administración de los sacramentos y la pasión por el pueblo, el estímulo consistió en reiterar la importancia de no descuidar “dos lazos constitutivos de nuestra identidad”, el que nos une a Jesús – “buscadle, encontradle y gozad de la alegría de dejaros curar, acompañar y aconsejar”- y el que nos une al pueblo -“no os aisléis de vuestro pueblo”, “no os encerréis en grupos cerrados y elitistas”-.
—2020. Llamados a anunciar y profetizar el futuro
Al año siguiente Francisco escribe una nueva carta, esta vez a los sacerdotes de la diócesis de Roma, dado que, a causa de la pandemia del Covid-19 no fue posible celebrar juntos la Misa Crismal.
También en este caso se trata de estar cerca y acompañar a una comunidad de hermanos que, sin embargo, se vio muy probada por las consecuencias de las restricciones sanitarias.
El enfoque del Santo Padre es apuntar todo -después de los muchos sufrimientos vistos y experimentados- a la Resurrección: “Como comunidad sacerdotal estamos llamados a anunciar y profetizar el futuro”, tratando de establecer “un tiempo siempre nuevo: el tiempo del Señor”.
—2021. Soñar con una Iglesia enteramente al servicio
“Queridos hermanos sacerdotes, os invito a tener siempre grandes horizontes, a soñar, a soñar una Iglesia enteramente al servicio, un mundo más fraterno y solidario. Y para ello, como protagonistas, tenéis que aportar vuestra contribución. No tengáis miedo de atreveros, de arriesgar, de ir adelante porque todo lo podéis con Cristo que os da la fuerza”. Son las palabras que el Papa Francisco dirigió en junio de 2021 a los sacerdotes del Convitto San Luigi dei Francesi, una comunidad situada en el corazón de Roma.
Junto a este acicate, referido a todos los sacerdotes, el Pontífice reafirmó la importancia de “ser apóstoles de la alegría”, sin olvidar también un poco de sano humor, bien consciente de que esta sensibilidad tiene su fuente en permanecer enraizados en Cristo.
—2022. Las cuatro proximidades
En febrero del año pasado, por iniciativa del entonces Prefecto del Dicasterio para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, se celebró en el Vaticano un simposio sobre la teología del sacerdocio, ocasión en la que el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes.
Aquí, el Santo Padre invitó a los presbíteros a “interceptar el cambio” de la época que estamos viviendo, permaneciendo anclados “a la Tradición viva y sabia de la Iglesia, que puede permitirse emprender el camino sin miedo”.
Como “instrumentos concretos” de esta misión hoy, habló más extensamente de las ya mencionadas “cuatro proximidades”. Ante todo, la cercanía a Dios, de quien sacar la fuerza necesaria; la cercanía al obispo, para consolidar los lazos de obediencia y la capacidad de escucha; la cercanía entre presbíteros, para sentirse parte de una gran comunidad; por último, la cercanía al pueblo de Dios, para “llevar adelante el estilo del Señor”.
—2023. Verdaderos testigos del amor de Dios
La intervención más reciente dirigida a los sacerdotes es el encuentro de oración -junto a diáconos, consagrados y seminaristas- que el Papa Francisco tuvo con ellos en su viaje a la República Democrática del Congo a principios de febrero.
Aquí retomó, como al inicio de su pontificado, la referencia a la unción y al óleo “de consolación y esperanza”, que el Señor da a su pueblo a través de sus ministros sagrados. A continuación, el Santo Padre reiteró la importancia del servicio -servir al pueblo y no ser utilizado por él-, conjurando tres tentaciones particulares.
La primera es la “mediocridad espiritual”, que puede ser vencida mediante la celebración eucarística diaria y la Liturgia de las Horas. Luego, el desafío de la “comodidad mundana” debe ser vencido difundiendo más bien modelos de sobriedad y libertad interior.
Por último, la tentación de la superficialidad, aprendiendo a “entrar en el corazón del misterio cristiano, a profundizar en la doctrina, a estudiar y meditar la palabra de Dios”. El objetivo último es llegar a ser, evidentemente, en la variedad de las angustias de nuestro tiempo, verdaderos “testigos del amor de Dios”.